Los bollos de mantequilla son toda una delicia que no debes dejar de probar. Puedes comprarlos o hacerlos tu mismo en casa. Yo siempre premio la segunda opción, porque puedes saber los ingredientes que llevan los bollitos y por la mera satisfacción de hacerlos en casa tu mismo; el homemade está en boga y debes unirte sin ningún tipo de duda.
Los dulces añaden variedad a las comidas al ofrecer una amplia gama de sabores, desde el dulce y suave chocolate hasta el crujiente de las galletas. Tienen un papel importante en muchas tradiciones y culturas en todo el mundo. Los postres y dulces son una parte fundamental de las celebraciones y festividades, y a menudo se transmiten recetas de generación en generación. Veamos algunos ejemplos.
La tradición de los bollos de mantequilla es una costumbre que se ha mantenido a lo largo del tiempo en varias culturas, especialmente en Europa. Estos bollos son pequeñas piezas de panecillos enriquecidos con mantequilla, que se consumen en ocasiones especiales y celebraciones.
Los bollos de mantequilla se suelen servir con té, café, chocolate caliente o vino dulce, dependiendo de la región y la ocasión. También pueden acompañarse de mermelada, crema batida o queso.
Os explico cómo hacer bollos de mantequilla y su receta paso a paso para que no tengáis problemas en la elaboración. El éxito está garantizado.
Si tienes alguna duda, puedes preguntar lo que necesites dejando un comentario al final de la receta. También puedes contactar conmigo a través de Instagram, en mi perfil Zafranelas publico cada día cosas nuevas.
Iniciamos la recta con una primera masa de arranque, para ello pondremos la leche en un vaso y le daremos un golpe de calor en el microondas. Una vez templada le añadiremos la levadura y dejaremos que se de deshaga lentamente removiendo con una cucharilla para ayudar a disolverla. Mientras, en un recipiente amplio pondremos la harina de fuerza y el azúcar, le añadiremos la mezcla anterior y removeremos hasta que se integren bien todos los ingredientes.
Debe tener el aspecto que veis en la imagen superior. Taparemos el recipiente con un paño de cocina y lo dejaremos reposar en un lugar cálido a temperatura ambiente durante 1 hora aproximadamente. Lo reservaremos de corrientes de aire para que la levadura haga bien su trabajo.
Esta masa puedes realizarla con ayuda de una batidora provista de gancho de amasar, con una máquina tipo Kitchen Aid como yo, o incluso manualmente. Yo te recomiendo que te ayudes de una máquina, va a ser mucho más sencillo.
Comenzaremos poniendo en un cuenco la masa anterior, la leche, azúcar, y harina tamizada con ayuda de un colador. Mezcle hasta que la harina esté casi integrada. Después, incorpore los huevos uno a uno, mucho mejor que se vayan integrando poco a poco en la masa. Mientras también podremos añadir la sal y el agua de azahar. Seguiremos amasando hasta que se forme una masa bien integrada.
Ya solo nos quedará añadir la mantequilla poco a poco sin dejar de amasar. Seguiremos con la máquina en marcha hasta obtener una masa lisa, elástica y ligeramente pegajosa.
Pondremos la masa sobre la mesa y formaremos una bola. Si vemos que está demasiado pegajosa puedes humedecerte las manos con agua, será mucho más fácil. Pondremos la masa en un cuenco amplio ligeramente engrasado con aceite, lo taparemos con paño de cocina y lo dejaremos levar durante un par de horas, hasta que la masa doble su volumen. Este tiempo es relativo ya que va a depender de la temperatura y la humedad de la cocina. Solo tienes que vigilarlo y ver como más o menos va subiendo la masa, unas 3 horas de be ser suficiente. En la imagen inferior puedes ver el aspecto final.
Cuando veamos que la masa ha crecido el doble de su volumen la pondremos sobre la encimera a la que previamente le habremos espolvoreado harina. Con ayuda de un rodillo estiraremos la masa hasta obtener una plancha de un grosor de 2 cm aproximadamente.
Cortaremos unas tiras de masa y las enrollaremos sorbe sí mismas tal como veis en la imagen de abajo. Una vez hechas las pondremos en una bandeja sobre papel de horno. Una vez todos dispuestos sobre la bandeja los cubriremos con un paño de cocina y los dejaremos fermentar. El tiempo va a ser muy relativo dependiendo la de temperatura de tu cocina. Aproximadamente tendremos que dejarlo unas 2 horas.
Transcurrido este tiempo habrán duplicado su volumen volviéndose esponjosos y bien gorditos. Ya solo nos quedará pintarlos con una buena capa de mantequilla derretida antes de meterlos en el horno.
Los hornearemos a 180ºC durante unos 20 minutos aproximadamente. Este tiempo es orientativo ya que va a depender de cada horno, cada uno funciona de forma diferente. Yo te recomiendo que vayas vigilando los bollitos y cuando veas que han crecido y empiezan a dorarse puedes retirarlos en el punto que más te guste.
Ya solo quedará dejarlos enfriar un poco y comerlos a dos manos. Puedes comerlos tal cual o rellenarlos de lo que más te apetezca. Unas lonchas de york y queso siempre es una buena opción, aunque una buena crema de cacao no se queda atrás.